Después de un viaje larguísimo, por fin llegamos a Mónaco. El entorno de la residencia es espectacular, rodeado de paisajes impresionantes. Aprovechamos el buen tiempo para dar un paseo por la costa y acabamos dándonos un baño en una playa de ensueño, con aguas cristalinas y arena suave. Por la noche, celebramos una divertida fiesta en la que los niños fueron los protagonistas: bailaron sin parar y se lo pasaron en grande. Ha sido un primer día inolvidable. ¡Esto promete ser un gran viaje!