Ayer nos fuimos en tren de alta velocidad a Florencia, la serenísima, la ciudad en la que todos los humanos enamorados del arte querrían vivir. Arte por los cuatro costados y esplendor inacabable. La perfección de la mano del David De Miguel Ángel o la Piazza de la Signoria. Para volverse locos…
Hoy nos hemos ido a ver los Museos Vaticanos y para rematar los Museos Capitolinos. Hemos acabado cansados pero encantados después de un baño de historia, de humanismo y de placer por la contemplación del arte en mayúsculas.
Seguiremos informando, nos os vayáis muy lejos